“Luis Buñuel”: Víctor Lahuerta
«A medida que me acerco a mi último suspiro pienso en una broma final. Llamo a todos mis amigos, ateos consumados como yo, para que se reúnan tristemente en torno a mi lecho de muerte. Llamo a un cura y, para horror de todos, me confieso, pido absolución por mis pecados y recibo la extremaunción. Y luego me muero».- Luis Buñuel, en su libro de memorias Mi último suspiro.
Mientras algunos sectores critican a la familia de Federico García Lorca por su oposición a que sea abierta la fosa donde, supuestamente, reposan sus restos y hay quien insinúa que el poeta fue inhumado, de manera subrepticia, en el panteón familiar a las pocas semanas de su execrable asesinato, las cenizas del genial cineasta Luis Buñuel -amigo del poeta granadino- permanecen en paradero desconocido desde hace veintiséis años, sin que esta circunstancia -que muchos achacan a una broma póstuma del genio de Calanda- haya sido objeto de la mínima polémica.
Don Luis, que falleció en México, el 29 de julio de 1983, fulminado por una insuficiencia cardíaca, hepática y renal, fue incinerado inmediatamente y sus cenizas entregadas, como es natural, a su viuda, Jeanne Rucar, que dispuso una mínima parte de las mismas para ser esparcidas en el parque por el que solía pasear su marido, pero se negó a dar cualquier información sobre el destino del resto, haciendo posible que se creara un entramado digno de formar parte del argumentario surrealista del imaginativo y bromista director.
Un sacerdote, Julián Pablo Fernández, afirmó en 2004 tener en su poder la mayor parte de los restos de la cremación escondidos en la mismísma catedral de México D.F., donde ejercía su ministerio, y no descartó que, en un futuro no muy lejano, el columbario de Buñuel pudiera exponerse en una capilla para ser… ¡¡venerado por los fieles!! Curioso destino -si las afirmaciones del eclesiástico son ciertas, aspecto que niegan los familiares de Buñuel, aunque reconocen que las cenizas se hallan desaparecidas– para un ateo militante, pero suprema socarronería para quien fuera, además de extraordinario director cinematográfico, amigo de pergeñar chanzas.
«[…] me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada 10 años, llegarme a un quiosco y comprar varios periódicos. No pediría nada más. Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba».- Op. cit.
ANEXO
Nueve películas de Luis Buñuel, pdf, recuerdos y anecdotario escritos por el propio Buñuel en la obra Mi último suspiro.
Pues fíjate que Buñuel (sus películas, claro) no ha sido nunca santo de mi devoción, y es que ya es sabido que yo de cine no entiendo.
Lo de sus cenizas no lo sabía (tampoco me he preocupado de conocer la vida de Don Luis), pero sí parece una socarronería de su carácter.
En cuanto a lo de Lorca… ya conoces mi opinión. Espero saber, o mejor dicho “tener la certeza” de si está o no está… que igual nunca nos enteramos por aquello de que tenga sentido la oposición de la familia.
Un abrazo.
No me gusta eso de remover los muertos, sean quienes sean; porque no los vamos a devolver a la vida, que sería lo interesante para que pudieran, (Lorca o Buñuel) concluir su obra o hacer más extensa.
Hay una palabra mágica para esto “descanse en paz”. Pues eso, dejemos a los muertos en paz.
Cuándo la gente se empecina en moverlos y llegan a conseguirlo, es cuándo desearía que fuera cierto lo que ocurre en las películas esas de muertos vivientes o almas errantes que aparecen a la gente y les hacen imposible vivir tranquilos el resto de sus días.
Saludos
En el tema de Lorca, la apertura de la fosa me interesa en tanto y cuanto hay otras personas supuestamente enterradas allí y la oposición de la familia del poeta supone un obstáculo para que se cumpla con los deseos de las otras familias. Si los García Lorca conocen otra ubicación del cadáver de su pariente, lo ignoro; únicamente me parece injusto que su testarudez perjudique la justa reivindicación del resto de familias.
Mis afectos, Chesana.
Evidentemente, la localización de un cadáver no devuelve la vida a la persona que un día fue, pero considero, Esperanza, que cada cual tiene el derecho a dar sepultura a sus muertos en un lugar localizable. Otra cosa es que, independientemente de la sepultura o la ubicación de las cenizas, el espiritu creador o los recuerdos de la persona fallecida -o asesinada- se mantengan vivos. Es esto último lo que pretendía defender en el escrito.
Abrazos.
Jaja… qué jashondo el cura… a ver si se la han metido doblada y las cenizas son de cualquier chimenea.
Salu2.
Al leer el post, he tenido la sensación de que el ingenio de Buñuel le ha sobrevivido y sigue creando aun cuando no se sepa donde se encuentran sus restos.
Un abrazo
He pensado, mientras leía, que, qué más da donde fueran a parar las cenizas, quién las tiene o las olvidó…
Fíjate, yo que quiero ser incinerada, me acabo de dar cuenta de que, al menos en una nicho estarás más resguardada que en un ánfora. Es más difícil de deshacerse de los restos, al menos en diez años:)
En fin… de vuelta al principio, qué más da todo ya a esas alturas de la NO vida…
Abrazos
Quizás no vayas muy desencaminado, Sands.
Saludos.
…y lo que disfrutaría él con ese guión tan cercano a los que él mismo creaba, Luz.
Buen comienzo de semana, compañera.
…sobre todo porque en esa No vida, Trini, ya no habrá ninguna posibilidad de controlar lo que ocurra con nuestros envoltorios no vitales.
Otro abrazo.