“Time machine”: Stefano Menicagli
“…y allí, en la estantería del centro, se expondrán las novelas de supervivencia de Eduardo”, dice Elvira, la biblotecaria de turno de esta quincena, señalando los anaqueles de pladur recién pintados en ocre para la exposición que, bajo el lema Novelas de quiosco, está preparando la Asociación de Cultura Popular en la Sala Pepito de Blanquiador.
Novelas de supervivencia. Así las llamó el señor Anselmo cuando, unos meses antes de fallecer, decidió donar su autodenominada biblioteca anarquista a la Asociación. Cuando, una vez en la sede, se sacaron los libros que el buen hombre, gentilmente, había empaquetado en diversas cajas, se descubrieron, además de los volúmenes prometidos, ochenta y cinco novelitas de las conocidas vulgarmente como policíacas y del Oeste, cuyos autores respondían a nombres como Anthony Lancaster, Edward Goodman, Eddy Thorny, Charles G. Brown… Al tratar de devolvérselas, en la creencia de que se trataba de un error, el señor Anselmo dijo muy serio: “No, no. También forman parte de mi fondo anarquista. Son las novelas de supervivencia de Eduardo”.
Eduardo de Guzmán, periodista libertario detenido en Alicante al final de la Guerra (In)civil, huésped del horror en los campos de concentración de Los Almendros y Albatera, en los centros de interrogatorio de Madrid y en las prisiones de Yeserías y Santa Rita. Condenado a muerte e indultado un tiempo después, fue inhabilitado para el ejercicio de su profesión -que no retomaría hasta 1978- y se ganó la vida durante la mayor parte de los años del franquismo como escritor de novelas de quiosco y traductor. Fallecido en 1991, su trilogía sobre la guerra, los campos de concentración y las cárceles son el impactante testimonio, junto al resto de su obra, de quien, en palabras de su editor, “nos dejó el ejemplo de una vida íntegra, dedicada a hacer mejor nuestra sociedad”.
No opinaba igual el catedrático de Ciencias Políticas Antonio Elorza, que, dieciséis años después de la muerte de Eduardo de Guzmán, publicó un artículo en el diario El País sobre la supuesta -según él- connivencia entre el periodismo de izquierdas de los años 30 y la derecha carpetovetónica para atizar [sic] a los gobiernos de izquierdas. Así, tras prácticamente acusar a Ramón J. Sénder de ir contra el gobierno de Azaña por hacer una serie de reportajes sobre la matanza de anarquistas en Casas Viejas, dirigió sus acusaciones hacia el periódico en el que Eduardo de Guzmán ejerció de redactor-jefe: “Otro tanto sucedía con el diario izquierdista La Tierra, en cuyas páginas colaboraban anarcosindicalistas y comunistas cargando un día tras otro contra el régimen, debidamente subvencionados por la derecha monárquica para tan santa labor.”
Antonio Elorza fue contundentemente respondido por Carmen Bueno, viuda de Eduardo de Guzmán, en carta enviada al periódico que había publicado el artículo, donde desmontó con datos la afirmación del catedrático, que para ella entraba “en el terreno de la calumnia” contra su marido y las personas que “trabajaron en La Tierra y cuyos familiares sobreviven hoy.”
No conocía esta faceta de Eduardo de Guzman al que admiro por sus libros “oficiales”, que son, al menos los que yo he leído, un alegato a favor de la paz, pero claro, dada la época y la situación que vivió, tenía que salir adelante de alguna forma y me parece de gran mérito esa actividad.
“Libros de supervivencia de Eduardo”… Resulta hasta bonito aunque lleve una cierta carga de dramatismo…
Un abrazo
Elorza aplicando el viejo método de encender el ventilador poniéndole basurilla delante para pringar a todos los de alrededor. Buenísima respuesta la de la viuda dándole en toda la jeta.
Salud.
Pues ya ves, Luz, escribió más de tres centenares de novelas de bolsillo con los más variopintos seudónimos, en otra condena -la del olvido- que no fue efectiva porque el periodista y escritor jamás dejó de serlo.
Otro abrazo para ti.
Imagino que a Elorza, experto en trashumancias ideológicas, tenía que resultarle incomprensible que un grupo de personas mantuviera una actitud crítica hacia el Poder sin más compensación que la integridad de sus ideales…
Saludos cordiales, Fer. Y felicísimos sanfermines.
Voy a quedar como un inculto pero de este autor no he leido nada de nada, me apunto los libros q escribió sobre la guerra, q tienen muy buena pinta los argumentos.
Salu2.
¿…y por qué habrías de quedar como un inculto, compañero?